
Una hora antes, se había servido una suculenta crema dulce de membrillo a-la-reikä, una ensalada de pepinos en jugo de papaya, sopa fria de coliflor en tregas de ostra; como platillo principal, criadillas en su mole. Y para rematar una buena buena taza de leche, té, chocolate o agua mineral.
Los comensales, gente importante de la industria católica, se sintieron con ánimo y comenzó el "bailongo". La orquesta interpretaba todo tipo de melodias: fox trot, danzón, mambo, cha-cha-cha, a go-go, swing, son cubano, montuno, cumbia, salsa. El festejo se había convertido en una gigantesca y elegante pista de baile.
Ramiro emocionado se acerca a una señora de unos cuarenta y tantos, "viuda", seria y muy mojigata. Pocas horas antes le había escuchado decir que "Belinda es un mal ejemplo para nuestra juventud. Se pone a bailar como desquiciada, y ofende a su cuerpo besándose con el negrito de la selección de futbol". La distinguida vestía un traje sastre negro ajustado, sensual y discretamente abierto por la parte del escote. Se cargaba unas pequeñas tetas y un trasero de lujo, atrapado en la delicada tela del pantalón. Aunque el adagio "cuerpo de ángel, cara de demonio" le quedaba a la perfección.
Ramiro espero la interpretación "Pedro Navaja" y acometió caballerosamente contra la indefensa mujer, "¿bailamos?", extendiéndole la mano. Gabriela Rafaela Márquez de la Fuente y Burguer viuda de Betanzos esbozó una pequeña sonrisa y aceptó la invitación.
Unos minutos después, Gabyrrafa, como le decían sus íntimas, "le sacaba brillo a la pista". Ramiro estaba sorprendido, nunca imaginó que aquella 'delicia' supiera bailar como verdadera boletera del Califas. Sus cuerpos se acercaban, se acariciaban, se cachondeaban, todo en la pista de baile. Gabyrrafa acomodaba su sexo en la pierna de Ramiro; dejaba sentir su senos erectos sobre los hombros y rozaba con sutileza el miembro despierto del joven Ramírez. Sus miradas jamás se cruzaron. Uno y otro sabían que todo iba a quedar ahí.
Al final, en la última pieza, Ramiro se atevió a dar un pequeño apretón en las nalgas de Gabyrrafa, ella se estremeció, lo abrazó más fuerte y le colocó una pequeñísima mordida en el lóbulo izquierdo. La melodía C'est fini.
La señora de la Fuente y Burguer viuda de Betanzos quedó extasiada. Un pequeño y delgado hilo de fluido salió de sus pantaletas. Ramiro regresa a su silla, toma un sorbo de cerveza y prende un cigarrillo. Todo un acto sexual.
Que buen polvo! (¿?)

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Yuri Buenaventura - Cuanto Te Debo
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